"Un objetivo es una conveniencia pasajera. Una pasión es algo que nos sostiene y da sentido a nuestra existencia." (Joaquín Lorente)
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domingo, 5 de enero de 2014

CUENTO DE NAVIDAD... EL DESENLACE

Scroodge, nuestra trabajadora social, se encontraba en su propia habitación, su propia cama... y lo mejor de todo era que el tiempo que le quedaba por delante era su propio tiempo! estaba tan excitada por los buenos sentimientos e ilusiones que apenas pensó en qué ponerse. ¡Hasta tenía unas ganas de llegar al centro!. Tantas que, sin darse cuenta, se clavó en la solapa del abrigo la chapita de la marea naranja con el café aún caliente en la mesa mientras pensaba en todas las cosas que haría en la jornada.


Se detuvo ante la puerta del despacho antes de abrirla: el cartel de aquella prestación que ya no existe desde nisesabe ... "habrá que arrancarlo, y quizá sustituirlo por uno donde figure mi email para que la gente pueda escribirme para consultas" - se dijo.

Tras sentarse en el sillón, se puso a hacer un pequeño balance. Era sencillo... los últimos años habían pasado como si nada, sin el más mínimo acto de reflexión: esperar, hacer, hacer, hacer... y quejarse, eso sí. Así que decidió elaborar una lista con las ideas que le habían brotado desde la última aparición... y que servirían para mejorar algunas cosillas. En primer lugar, sin importarle si eran factibles o no, y después las agrupó en individual, grupal y comunitario. Como la lista era tan amplia, después tuvo que escoger aquellas cosas que iniciaría ese año, y apartar en otra que bautizó como "proyectos", pinchando ambas en el corcho a la vista.

Después, decidió llamar a varios usuarios/as: hoy saldría a hacer la calle, a estar en las casas. Decidió verse con todos aquellos a los que había atendido la última jornada antes de las apariciones. Decidió escucharles y ver si podía echar un cable. Y dejarse de lamentos. 

Y con el tiempo igual hasta llegó a ser una auténtica cabecilla...

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Hasta aquí el Cuento de Navidad versión Servicios Sociales. Igual alguien esperaba más carnaza en este desenlace, pero no, y os explicaré por qué: sería fácil ahora depositar en nuestra querida trabajadora social el poder para transformar el triste destino de personas (como hace en su libro Dickens) con tantísimas dificultades como las que han intervenido en mi historia o las que atendemos diariamente... pero sería faltar a la verdad y reforzar aquella idea de que hacemos milagros, cuando no es así. Eso no está sólo en nuestras manos, aunque escuchar, y poner todo de nuestro lado, sí.

La gente que trabaja en puestos como el mío sabe que los comentarios y situaciones que he descrito son bastante reales, incluidas algunas frases de Scroodge, que lamentablemente he escuchado en compañeros y compañeras. De ahí el que me lanzase a esta aventura del Cuento de Navidad.

Pero no quiero que nadie se sienta mal... aunque si eso empuja a la reflexión, habré cumplido mi objetivo.

Digamos que todos tenemos un poco Scroodge, y hay días que hasta la superaríamos con creces. Cuando publiqué la primera entrada, un par de colegas de los más motivados que conozco (bloggers además), comentaron que se sentían "un poco Scroodge".

Este es el quid de la cuestión: si somos capaces de darnos cuenta de que en algunas ocasiones nos dejamos llevar por "el lado oscuro de la fuerza" y poner medidas... (en ese caso, os doy mi enhorabuena y, por extensión, a "vuestros" usuarios/as) o, si, por el contrario, despejamos balones continuamente, echando toooda la culpa a la institución o al sistema (que mucha parte tienen, lo sé), y entonces nos convertiremos en profesionales amargados, instalados en la queja, insensibles y acomodados/as dentro de nuestra "zona de confort", (que viene a ser lo que venimos haciendo de toooooda la vida para bien y para mal), sin proponernos cambio alguno y por tanto, incapaces de producir el más mínimo en los demás.

Decimos que trabajamos en la un rol de frontera (entre la administración y las personas, entre otras). Por eso es vital que, en un momento como el actual, donde la gente no deja de recibir palos, expliquemos la situación, nos posicionemos al lado del ciudadano,  y facilitemos herramientas a la población para luchar por sus derechos. Eso empieza escuchando y poniéndonos en su lugar, sin faltar a nuestro papel técnicos de la administración.

Por último, quiero daros las gracias a todos/as los/las que habéis aguantado estás últimas cuatro entradas tan machaconas. En pocos días, otra.




Ánimo

Nacho

Mi recomendación musical de hoy: No dudaría, de Antonio Flores, interpretada por Rosendo, que le da un estilo más rockero. Me pega con el tema: "Si pudiera olvidar todo aquello que fui... no dudaría en volver a reír..."

8 comentarios:

  1. Gracias! Qué estupendo regalo de reyes, compañero virtual !!!!
    Estas catarsis son necesarias, rumiadas con la queja .
    Regresar del trabajo haciendo balance de los intentos que hemos hecho por cambiar las cosas que no funcionan ( incluidas las nuestras) pero no en plan agónico sino constructivo , nos recarga de energías para emprender el dia a dia . Feliz año!!

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    1. Jo! muchas gracias! me encanta poder aportaros algo... un placer compañera virtual !!
      Feliz Año!!

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  2. Bravo compañero, efectivamente el hacer, hacer y la queja es una constante en un nuestro trabajo. Una evolución posible, necesaría quizá es pasar al pensar y hacer, cuestión que se realiza a menudo de manera inconsciente -reconozcamos que algo de inconsciencia se necesita para dedicarse a esto-. Una vez pensamos y hagamos, otro paso podría ser: pensar, sentir y hacer, supervisando el sentimiento como una especie de termometro de nuestras capacidades, para intentar cambiar lo que sea posible.
    En fin gracias, y sigue inspirando la reflexión

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    1. Muchas gracias a ti. Creo que si somos capaces de darnos cuenta de nuestras carencias, sólo así podemos ayudar a la gente. El que va de sobrado... normalmente, eso, termina achacando todo lo malo " a otro lugar", y por ahí no... yo pienso que hay margen, de veras, para hacer un buen trabajo. ¡ y gracias por comentar!! Nacho

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  3. GRACIAS por este final y por lo que dices, Nacho. Y gracias también por no cambiar a Scroodge radicalmente pero sí sembrar un poco de motivación en su interior, un poco de esa motivación diaria que todos necesitamos. Yo, que a veces me sorprendo con una actitud que no me gusta, necesito y busco motivación constantemente porque no quiero caer en una trampa que además nos tienden de forma consciente. Así que totalmente identificado con el quid de la cuestión, gracias una vez más por este cuento navideño que te has currado y nos has ofrecido.
    Un abrazo y a seguir compartiendo juntos, porque a mí esto me da muchísima MOTIVACIÓN.

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    1. Creo que este curro lo necesita. Realmente es fácil caer en la desidia, en el etiquetar a la gente, en acabar "teniendo callo"... Por eso las redes son tan importantes, yo, personalmente, bebo diariamente de gente como tú, Belén, Pedro, Joaquín... y otra gente, así que gracias a ti. ¡ ya gracias por comentar! un abrazo crujiente.

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  4. Yo soy de los que esperaba más "carnaza" en este final... más milagros... Pero he de decirte que al acabar y leer tu primera frase de reflexión te di completamente la razón. Mi lado cuentero te diría que no pasa nada por poner milagros, que para eso estan los cuentos... Pero pienso en los cuentos que suelo contar, en los que me llenan más y quiero compartir y justo es eso, tienen mucho de realidad, de social, de sufrimiento y un rayo de esperanza suficiente. No hace falta más.
    Mi enhorabuen por esta versión y decirte que, en cierta medida me ha picado a trabajarla para contarla jejeje.

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    1. Sabía que, como buen cuentista ;-) esperabas un desenlace con chicha... pero, realmente, no quiero contribuir a esa gran carga que a veces se nos pone de tener poderes supraterrenales (aunque se tratase de un cuento). La verdad es que he redescubierto a este Dickens. Sé que no es el tipo de cuento que se estila ahora, pero el mensaje está muy claro y es una buena reflexión. Si decides trabajarlo... ya me dirás. Un abrazo y gracias por comentar!!

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